A menudo me han preguntado, y me he preguntado, porque el Psicoanálisis en mi vida y porqué seguir con esa línea que, además, no goza de gran popularidad hoy en día (otro día podemos pensar porqué).
La respuesta tendría que ver, en una primera aproximación, en las circunstancias personales que se dieron en mi vida en un momento concreto hacia mediados de los años 80. De una relación fallida, surgieron las preguntas: ¿Porqué me ha pasado esto a mi?. Y, sobre todo, ¿qué tengo yo que ver con esto?. Esa es la pregunta clave. Porque, con el tiempo y mi análisis personal supe que yo no era ajeno a lo que me sucedía. Y que no podía echar la culpa de lo que me pasaba siempre al Otro. Pero también, que la carretera siempre puede tener dos direcciones, y en la relación, cualquier relación, la resultante siempre es cosa de dos. Yo “ponía”, inconscientemente, los comportamientos para que eso sucediese, sí, y saber esa parte me tocaba a mí. Era responsable, que no culpable, de mis vivencias.
Encontré en el Psicoanálisis la herramienta perfecta para profundizar cómo enfocaba mis relaciones (y no sólo con mis potenciales partenaires, ¡ay! La familia…) y, poco a poco, con la paciencia inherente a un paciente, he ido encontrando respuestas.
Es como un viaje. Y como todo viaje se puede hacer solo y no es malo que así sea…por momentos. Pero hay algo, a veces, del orgullo y del miedo que nos mantiene en soledad tensa cuando el simple hecho de ser escuchados por un profesional ya aligera la pesada carga que, a veces, trae la vida
Creo que siempre quise devolver algo de lo que el Psicoanálisis me dio. Contribuir, en alguna medida que no-toda, a que esa carga sea más ligera. Ayudar a que los pacientes puedan tener otra mirada, otro relato de sus vidas. No es poco, pero tampoco imposible.
Miquel Compte